Guardar silencio cuando todos hablan
El silencio en la vida es un fundamento saludable. Ahora, con la muerte del papa Francisco, se ha separado la nube de comentarios sobre asuntos ignorados por quienes los publican pero consumidos hasta atragantarse casi por la vorágine de los usuarios de las redes y los media.
Estamos en tiempos de un consumismo sin límites. Hoy el fallecimiento del Papa se presta a toda suerte de opiniones y se refleja en la asistencia al funeral previsto para este sábado de 50 representantes de gobiernos de todo el mundo y 7 miembros de la realeza europea.
La mayoría de estos personajes, y los miles de asistentes desconocidos para ellos, apenas han hecho caso alguno a las llegadas de atención del Pontífice durante su ejercicio, si bien él defendía la paz, los menesterosos, los emigrantes forzados por la pobreza y la inseguridad, a la hora de a verdad los dueños del poder y de la riqueza no ceden siquiera un ápice de sus dominios.
Quizá entonces la conversión del corazón donde se pueda con él a quienes más necesitan de nuestro apoyo, se logre un poco, un mínimo, en esa cumbre de jefes de Estado durante las ceremonias funerarias del Papa fallecido donde estarán presentes una buena parte de quienes toman las decisiones en estos ámbitos de la equidad y la justicia.
Ojalá estas exequias ablanden el corazón de estos mandatarios y se pueda crear un clima de cierto diálogo a escondidas de los media en favor de los necesitados de la paz y de ayuda. Entonces harían buenas algunas de las recomendaciones del difunto papa Bergoglio.
Y frente al ruido de los media durante estos días de luto, valdría la pena considerar el valor y el poder del silencio.
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