Por qué no nos abrimos un poco para que quepan muchos más en la Iglesia
Lo estricto, rígido, la obediencia sin concesiones, aleja a muchos de la fe. En unos tiempos de apertura en todos los órdenes de la vida, choca con el ambiente cuando se propone un Credo, por ejemplo, el de la Iglesia Católica, no siempre aceptado por venir de otras creencias o, simplemente, por incredulidad. Se vive mejor contemporizando, adaptándose a los tiempos. De este modo se evitarían muchos de los altercados de diferente intensidad con nuestros semejantes.
Pero, ¿de qué se trata?: de cantidad o de calidad. De ser muchos más, o de ser fieles a la verdad. Lo contenido en el Credo viene de hace dos mil años, y se ha prosperado mucho en la interpretación de las creencias venidas de otros tiempos. Los misterios no dejan de serlo, pero se van aclarando y sirven mejor a lq hora de contemplarlos y de rezar.
Por supuesto, sirven especialmente ese ir clarificando las verdades de fe cuando tratamos de explicar los mistérico fundaméntales de nuestra fe a quienes no la tienen. Son muchos los atraídos por las verdades nuestra fe porque llenan un vacío en su mente y en el corazón.
Algunos misterios, aun sin acabarlos de comprender, como sería el caso del de la Santísima Trinidad, son pieza clave en el ordenamiento de nuestras creencias. Por ejemplo, San Agustín cuenta cómo en sus devaneos, quien era una fe la s mentes más brillantes de nuestra historial, paseaba en la playa considerando este misterio de la Trinidad. Se distrajo, sin embargo, en sus cábalas, al ver a un niño ir y venir a la ribera del mar, cargar un concha con agua y vaciarla luego en un pequeño agujero en la arena. Intrigado, Agustín le pregunto el porqué de sus idas y venidas. El niño le contestó que pretendía vaciar el agua del mar en ese pequeño pozo de la playa. Agustín, asombrado por la postura del joven, le dijo. que tal cosa no era posible. Entonces el niño le dijo: Esto es más posible que tú entiendas con tu mente el misterio de la Trinidad. Y desapareció el niño de la playa.
Ante tal historia caben dos posturas: una, decir que es un bonito cuento para infantes, pero carente de sentido para quien tenga un cierto grado de educación; otra, sería ignorar por completo incluso la posibilidad de contemplar tales consideraciones en el contesto de cualquier creencia religiosa. Es suficiente enfrentarse con la idea de la existencia de un dios omnipotente y eterno, pero hablar de tres personas en un solo dios, raya en el absurdo.
No se puede obligar a nadie a elegir una de las dos posturas, no importa si abriendo la puerta del absurdo se nos llena la casa. Si al final de la vida, vemos la nada en nuestro derredor no hemos perdido en la elección de algo. Pero si, al contrario la nada se desvanece porque hay algo, entonces vendrán las consecuencias para siempre sin importe el número de adeptos ganados en vida con al oferta de la nada.
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