Pedir lo imposible




No se puede andar con medias tintas. Es muy difícil mantenerse en ese punto no medio sino mediocre. Se dice no a lo poco por insuficiente, y se aspira a lo impensable, fuera de todo alcance humano.

Con la moda de la libertad, moda antigua si se quiere, lo único pretendido es deshacerse de la condición humana tal como es. Por decirlo de otra menta, el Dios omnipotente y sabio, concreta todo su amor, infinito, pues sólo sabe amar, al crear al hombre.

Y no se le ocurre otra cosa al realizarlo, que hacerlo a su propia imagen y semejanza, es decir, somos una copia perfecta, si bien guardando las distancias entre lo infinito y lo moderado. No se puede pedir más: somos pequeños dioses.

Por eso, cuando el hombre pide lo imposible no sabe lo que dice. No se ha mirado a sí mismo,  y quiere ser algo distinto. Y no se le ocurre nada mejor que horadar su propia naturaleza para poder campar a sus anchas dejando la libertad campar a sus anchas, y hacerse lo que se le ocurra.

Esto es un error craso. Se trata de lo contrario. Dejar hacer a quien es la sabiduría y todo lo puede. Cuanto menos se intervenga en este proceso mejor quedará plasmada la obra de quien sólo quiere lo mejor para cada uno de nosotros aceptándonos como él nos ha querido. 

Sería, es, una aberración destruir lo que no hace ser lo que somos, para ser y hacer lo que uno quiere. No entenderemos nunca ese saltarse los límites para ser otros. Se renueva el error del Paraíso, haciéndonos como quien nos ha hecho. Él sabe lo que quiere para cada uno, y se logra la felicidad al  cumplirlo. Pedir algo fuera del "hágase" tu voluntad es  pedir lo imposible.

Entonces, el fiat es la petición más corta, más sabia, más centrada de cuanto se puede desear, dejándose hacer mediante el abandono total. Entonces, no hay imposibles.


 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Lo difícil de ser abuelo

Un mundo sin descanso..., cuando falta el fin

El valor del sufrimiento