¿De Nazaret puede salir algo bueno?


Estamos tan sólo a unos pasos de la fiesta que nos da una alegría sin par. Se trata de la Navidad. Quizá no puedo contenerme y esperar unos días más para anunciar esta cercanía desde el Adviento. Pero se trata de la alegría, ya anidada en el alma, ante la proximidad de una venida que  ha estado esperando una promesa durante siglos de historia y ahora se nos hace realidad con pleno significado.

La presencia de Jesús, aun en medio de tribulaciones, de tentaciones, siempre es causa de alegría. Es el "soy yo" dirigido a sus discípulos, aún llenos de miedo,  en la primera de sus particiones después de la resurrección, según nos cuenta san Lucas al final de su evangelio: y les costaba creer a causa de tanta alegría, una escena similar a la narrada por san Juan donde nos dice de la alegría de los apóstoles al ver al Señor resucitado.

Nosotros podremos ver al Jesús recién nacido, en una oscura cueva de Belén, acompañado de María y de José. Pero su soledad inicial para preservar en la intimidad la grandeza de su nacimiento se ve acompañada en seguida de los cantos de ángeles, pastores y reyes venidos de muy lejos, al ver "su estrella en el oriente", algo similar al espectáculo  de ver en medio de la noche  el color de una  luna  anaranjada a la caída del otoño.

Nos vamos acercando a la fiesta de la alegría por antonomasia. Ya he recibido hace unos días la primera postal navideña y no he podido resistir escuchar en las redes sociales el primer villancico del año. Las conversaciones ya se orientan a la presencia de miembros de la familia, sus viajes, la decoración, los belenes y la cena de Navidad. Es algo único no presencial en ninguna otra época del año, sin importar la religión de las personas. Es el momento de reunirse con alegría y motivo de esta celebración 

De un insignificante pueblo de no más de 200 personas, ha salido, nada menos, el hijo de Dios hecho hombre, venido al mundo para redimir a todos, sin importar su ascendencia, pues todos, cada uno, es una criatura divina.

El árbol de navidad, el nacimiento, la celebración  en familia nos remite a un presente inaugurado hace dos mil años, con la venida del Salvador. A todos, a cada uno, feliz Navidad! 

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