Santa Teresa no veía la televisión, pero lo sabía todo...

Parece mentira. Cuando uno lee la vida de la santa de Ávila, se queda pasmado al ver el minucioso relato hecho de tilo ocurrido en pueblos, aldeas y caminos de su tiempo, conteos por una monja de clausura que, sin embargo, recorrió España en un carromato de mala muerte, sujeta a toda suerte de inclemencias.
Desde luego la santa no leía los periódicos no escucha a la radio, pues en ese tiempo los media no perturbaban la atención del público, entretenido por su trabajo agrícola principalmente.
La cosa es, ¿de dónde acaba la santa tan minuciosos relatos si pasaba su vida entre las paredes de un convento? La verdad es que había correo, y a Teresa le llegaban las noticias por este medio, no importan donde estuviera, y también oralmente.
Cuando Dios va ejerciendo su plan para cada uno, les va revelando de alguna manera lo que desea. No es raro ver a un ángel en el Antiguo Testamento contando historias inverosímiles a profetas y escogidos, pero su voluntad no se ciñe solamente a esos casos. Cada quien recibe el mensaje de su voluntad interior o exteriormente.
Es decir, Dios no se calla nunca aunque a veces naveguemos en el silencio de nuestras tareas. Pues resulta que Fulanito nacido en un enclave europeo acaba casándose en Estados Unidos y vive ahora en México. Así es. Recuerdo que algunos de los familiares y parientes a quienes conocía no salieron jamás de su territorio familiar, y ellos, y sus hermanos, de acuerdo con la calidad de vida que llevaron, deben estar en el cielo, que es un estado inaccesible para los humanos.
Al final de nuestros días, nos recuerda san Juan de la Cruz, seremos juzgados por el amor, y esto es lo único que importa: amar en esta vida todo, cada una de los reveses que nos acucien, porque después viene lo bueno.
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