El buen fin

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Ya era hora. Como cada año, la campaña del "buen fin" ya está a la puerta. Los grandes y pequeños almacenes de México lanzan una campaña intensa y atractiva de toda clase de. productos. Hasta tal punto que la gente tira la casa por la ventana en esos días, y  los mismos vendedores, basados ene la experiencia,  están  advirtiendo al público de no contraer deudas por encima de sus posibilidades, bien por comprar un capricho, innecesario, o por gastar en un momento de euforia lo necesario para vivir una vida ordenada.

'Tener a la vista un sueño desata toda suerte de deseos y sin pensarlos dos veces se dicen estas personas, ¡por qué no voy a tener esta maravilla!, ¡ya saldremos de la deuda contraída de alguna manera! ¡Esta oportunidad, con estos descuentos, vale la pena endeudarse!

"Buen fin" es una frase atractiva, suena como una melodía amable invitando a conseguir algo con ocasión de las ofertas de esos días. Pero el sentido de "buen fin" es completamente  otro. 

El hombre ha sido creado para alcanzar el "buen fin": la felicidad eterna. A cambio de esta dicha, se deben cultivar si excepción las "virtudes humanas", especialmente las "virtudes morales", nos recomienda Tomás de Aquino. Todos, sin excepción,  bien siguiendo los cauces de una "formación" cristiana o viviendo los dictados de la "ley natural" que todo hombre lleva inscritos en su corazón. 

Todos estamos llamados la santidad. Dios no crea un solo hombre por desidia o descuido. Se compromete a llevarlo a su fin, el bueno fin, siempre respetando la libertad de cada individuo. Es impensable dejar de lado la bonanza del creador porque ese tal es blanco, cobrizo o negro, o porque nació en una cultura donde apenas se habla del origen del hombre y del "buen fin". 





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