Mucha ciencia y poca sabiduría
Fe y razón. Alma y espíritu. Ciencia y sabiduría. Pensamiento y palabra. Esencia y cosa. Silencio y palabra.
En el silencio se decidió la creación del mundo. Nos lo dice la fe si bien la razón no alcanza a comprender. Así se decidió dotar al barro del hombre con un hálito inmaterial, y la ciencia podría rastrear los orígenes; si bien la sabiduría se surtiría de lo revelado. De la misma manera, el pensamiento nacería sin la necesidad de ruido alguno al adentrase en el silencio antes de que naciera su expresión sonora con la palabra, apenas una aproximación de lo captado por la inteligencia, para descubrir de una manera más pura la esencia en el ser de las cosas.
Así la presencia del ruido de la palabra, tan presente en nuestro tiempo, sin descanso alguno, impide con frecuencia pensar, concebir, inteligir la verdad del mundo que nos rodea y el origen de nuestro ser personal, dado por quien lo tiene en propiedad, sin dejar de ser él mismo.
El verbo interior, nacido de la representación intelectual de una cosa real, su concepto, se desfigura al apartarse de su origen y su sentido, del que es signo, manifestado en un verbo exterior, lo dicho, proferido porque así le parece bien a la voluntad.
Por tanto, el conocimiento se relaciona con los conceptos de la realidad, y la palabra trata de transmitir el sentido de lo conocido. Mientras la ciencia se construye con las palabras dichas, la sabiduría nace en ese "verbum cordis", que diría Tomás de Aquino, en el silencio de la contemplación de la realidad, que no se ve intelectualmente.
Es en este punto donde la sabiduría conecta con la fe, consistente en creer lo que no se ve; pero la diferencia estriba en su origen. La fe es algo revelado; la sabiduría se adquiere en contemplar la realidad en silencio por medio de sus conceptos.
Comentarios
Publicar un comentario