Elegir bien el bien
A veces escasean los bienes necesarios para vivir una vida ejemplar sin saber la causa de tal ausencia. La ignorancia se puede extender tanto a la falta de una búsqueda seria, más a fondo, o, nos encontrarnos en un campo donde no se producen tales bienes.
Recitar de memoria tales bienes puede servir al encuentro de ellos, especialmente en un tiempo donde la ocurrencia supera con creces la presencia de lo bueno, sin tener tiempo siquiera para darse cuenta de si el bien apetecido se encuentra entre las ofertas alineadlas en el camino.
Pero también resulta común el caer, por descuido o por seguir la corriente de las opiniones comunes, hallarse en medio de un apagón de oportunidades debido a no saber siquiera si las ofertas se corresponden con la necesidad presente.
En cualquier caso, debido a la importancia de gozar todavía del tiempo necesario conviene planear antes de salir de casa el camino a seguir, con independencia de nuestra tendencia en ese momento o de las ofertas de la moda.
Se trata de elegir de acuerdo con el fin propuesto desde siempre, como sabemos o leemos en los orígenes del hombre. Se le da un gran espacio para moverse y tomar lo necesario para sobrevivir exceptuando aquel árbol conocido como el de la "ciencia del bien y del mal". Siempre se trata de una elección, pero de acuerdo con un fin determinado se evitará aquello de cuya presencia nos podría alejar, radicalmente, de ser uno mismo, sin contaminaciones.
El hombre, entonces, conoce desde el principio el lugar donde se halla en esta vida, y lo conducente a la felicidad, con independencia de lo atractivo de las ofertas de la ciencia.
Hoy, la ciencia es un nombre bajo cuyo prestigio se venden todo tipo de ideas y productos sin relación alguna con al verdad de nuestra condición humana. La mentira se esconde bajo la apariencia de bien y se vende en calles y plazas de cualquier lugar donde se mueva la curiosidad del hombre.
Falta, así, alguien que dirija a cada quien de los pasos a dar, especialmente, los de quienes dirigen las familias con hijos, y de los encargados del orden legal de los pueblos. No se puede andar solo, esperando triunfar sin más en el universo de ofertas y reclamos con apariencia de bien. La droga, el sexo, el éxito en lo material pueden alejar de las demandas de la conciencia, cuya voz se extingue el fragor de tanto reclamo sin sentido.
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