Oído atento al ser de las cosas
Frase de Heráclito (535 a.C-470 a.C.). Quizá decía esto por su insistencia en concebir las cosas como en un continuo fluir, lo que sin duda dificultaría el discernir su ser.
Al descubrir el ser de las cosas, lo que verdaderamente son, se despierta el deseo de conocer sus límites, y el consiguiente respeto por ellas. Entonces se puede hablar de lo que algo es, y sobran los pareceres y las habladurías. Al obrar así estaríamos configurando la profesión de periodismo.
Con razón, ante la abundancia de bulos y tráfico de habladurías, Ramón de Campoamor, en el siglo XIX (1817-1901), escribía unos versos ahora ya clásicos: "Y es que en el mundo traidor nada hay verdad ni mentira; todo es según el color del cristal con que se mira".
Lo cierto es que Dios nos ama a cada uno, con sus cadaunadas, de especial manera. El amor lo es todo en la vida de una persona, y el sinsentido asoma cuando no percibimos esta realidad, como si hubiera una interrupción en el fluir del amor.
Dios no fluye; es siempre fiel a sí mismo, y al crearnos sabe de nuestro fin, para siempre, y si, apoyados en la libertad, avanzamos por el camino indicado para aproximarnos a él o nos congelamos en la vida. Sería el "ser o no ser" del gran maestro Shakespeare (1565-1616).
Entonces, depende de nosotros encaminarnos al fin para el que hemos sido creados. Y un observador podría decir que somos estáticos o dinámicos, según se mire, y según se comporte cada quien.
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