Ver para creer

 El obispo de Hipona, san Agustín,  decía "nosotros vemos las cosas porque son, pero ellas son porque Tú las ves". El hecho de que tú puedas verlas garantiza su existencia. Sin embargo, muchas cosas son y no las vemos. Pero ese "tú" al que nos referimos, está escrito con mayúscula, y se refiere a Dios. Nos habla de  "creación".

Por eso la "palabra" crea. Nosotros, hechos a su imagen por una palabra, al decir podemos comunicar si no faltamos a la verdad. Si esta verdad, la palabra se desmorona, y la comunicación se reduce a intercambios frágiles. Asimismo, cuando falta el amor, la palabra pierde su "sentido". ¿Para qué quiero la palabra si no busco el bien del otro, si sólo me busco a mí mismo?

Verdad y amor. Con estas dos palabras se podría resumir el sentido de la vida. Al llamar a las cosas por su nombre, por lo que son, me someto a lo que veo porque  respeto su ser. Al obrar así me voy enamorando  de lo dicho porque voy calando descubriendo, eso que es. Así nace la amistad, al ir conociendo  al otro, tal como es. Es un proceso, que quizá nunca termina. Algo así como la filosofía... , irse enamorando de la sabiduría, a sabiendas de que nunca se alcanza tan deseada meta, pero ayuda a proseguir el camino más allá de las ciencias particulares acercándose a la verdad que nunca termina.

Más que ver, se vislumbra y se crece en la esperanza de llegar a un mundo, fuera del ambiente que nos rodea, viendo más de cerca aquello que se ha creído desde siempre.

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