Siempre es la mujer quien nos abre el camino a la vida
Venimos al mundo por medio de una mujer, facilitando la vida humana. Y fue precisamente una mujer quien nos abrió también las puertas a la vida espiritual. En ambos casos se da el prodigio a través de un fiat. Se trata, en el primer caso, del fiat de la apertura a la vida aun sin saber cuándo no cómo En el segundo caso, con el fiat se establece una relación con la voluntad divina asintiendo con ella absolutamente en ese momento de plenitud.
Esta diferencia se da de manera excelsa hasta del punto de casi desaparecer en el caso de María cuando le dice al ángel sí, hágase. No se necesita de varón para concebir pues "para Dios no hay imposibles". Sería la respuesta a la dimensión humana de la vida en el caso de la Virgen. Pero, la salvación del hombre no es un hecho conseguible por un mero modo humano. La ofensa a Dios en el Paraíso de donde viene todo nuestro estado actual en la naturaleza del hombre fue una ofensa a Dios, y sólo su querer podría facilitar el abrir de nuevo esas puertas del Paraíso para posibilitar el perdón y el encuentro con Dios.
La vida es siempre un don divino, y, en el caso humano Dios ha querido contar con el concurso del hombre y de la mujer para procrearla. Pero quien puso la norma puede lograr el mismo fin de otra manera: El Espíritu vendrá sobre ti y al cubrirte con su sombra engendrarás, y lo nacido así será llamado hijo de Dios.
Entonces, debido a la disposición de María de da un doble milagro de la vida: la de concebir sin la presencia de hombre alguno, y la de lograr que el Salvador del mundo tomara forma humana.
Así, esta humilde mujer, discreta y desapercibida entre sus semejantes, lograra la salvación del mundo para cada uno de sus habitantes, de todos los tiempos. Podemos decir que su "sí" nos ha cambiado nuestra pobre vida a la posibilidad de ser hijos de Dios en su hijo Jesucristo. Pasar de ser miseria a ser "dioses", como diría san Pablo citando a los poetas antiguos.
Que no se nos pase por alto --es todo lo que queríamos decir aquí-- el papel decisivo de una mujer en el cambio de rumbo de cara el infinito a pesar de los pesares.
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