Perseverar en la emoción del primer día


En toda vida se guardan las emociones nacidas al experimentar el primer día del comienzo de un acontecimiento único. Me quiero imaginar el encuentro de José y María en Nazaret. No sabemos por qué acabaron viviendo en ese pueblo. Tal vez las intrigas entre diferentes ramas descendientes de profetas, sacerdotes y reyes orilló a sus familias a buscar un lugar donde estas intrigas tradicionales se  desvanecieron. Por eso puede ser la razón de haber elegido ese insignificante lugar al norte de Galilea. Pero allí se conocieron, se casaron y vivieron. Quizá José era descendiente de la casa de David, pero también podría serlo María. Y en ese ambiente de cercanía se habría desarrollado una convivencia especial, un trato afectuoso que les permitió a ambos quererse y contarse sin reservas su compromiso de guardar su virginidad. Se daba la admiración y el respeto por las  promesas de vida antes de haberse comprometido en los desposorios. 

Estamos en el Adviento, tiempo ideal para acercarse a tantas fiestas como lo rodean: la virgen de Guadalupe, la Inmaculada, San Nicolas, y, al romper el  mes, un amigo, poco conocido, pero a quien tengo especial cariño desde el inicio de mi juventud. Era orfebre y bordó estupendamente algunos cálices y otros objetos religiosos. Le encomiendo todos los arreglos necesarios relacionados con la mecánica.

Por supuesto, me acuerdo bien de nuestra visita a la basílica de San Nicolas de Bari. Allí no dieron ese aceite  que surge cada año de su cuerpo el día de su fiesta. Ls Iglesia estaba vacía y nos sirvió para mejor rezar a este santo patrono a quien debo tantas y tantas intervenciones a nuestro favor. No se cansa de ayudarnos a pesar de que se me quede un poco de lado en algunas ocasiones. Mañana es u fiesta y me voy a desquitar con él al contemplar desde mi escritorio  su imagen grabada en un cristal que unos amigos, hace años me regalaron a sabiendas de mi devoción hacia él.

De la Guadalupana, qué te puedo decir. Creo que por ella estoy en este país, después de dar tantas vueltas por el mundo. Es nuestro gran cariño por muchas y buenas razones, que no voy a explicitar aquí. También el día 8, me evoca aquellas novenas de la Inmaculada en su memoria en la catedral de Pamplona, donde asistían gentes de medio mundo y llenaban el recinto.

En fin, estamos de alguna manera viviendo de forma especial la preparación de la Navidad, y deseo a todos, unos días de felicidad vividos en familia.



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