Santa Teresa solía decir que esta vida es como pasar una mala noche en una mala posada. Así es, pero no nos lo acabamos de creer. Son tantas las llamadas del mundo, con sus ofrecimientos imaginarios y reales que difícilmente nos podemos sustraer a su encanto, aunque fueran pura ilusión. Algo así como la oferta, la primera de todas, ofrecida por el diablo mayor a nuestra madre Eva. Comer del fruto de un árbol. Había miles de ellos, pero la petición diabólica era comer precisamente de ese árbol (el que había prohibido precisamente el Creador) para obtener el premio prometido de "ser como Dios". La mentira encerrada en la falsa promesa del diablo no tenía límites Y los pies de barro de Eva se quebraron ante tal oferta, en absoluto necesaria, porque a ella, junto con su esposo Adán, se les había dado todo. Hoy, como en los tiempos de Esaú, estamos dispuestos a cambiar todo, cualquier cosa de valor divino, por un plato de le...
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