Vender la "libertad" por un plato de lentejas
Las lentejas debían estar caras en tiempos de Abraham (1800 a.C.). Éste tuvo un solo hijo son su esposa Sara, Isaac. Y el longevo Isaac, engendró a Esau y Jacob. Pues bien, este último, antes de generar doce vástagos, inicio de las doce tribus de Israel, había cocinado unas lentejas, sabrosas, y se las estaba comiendo a la puerta de su tienda.
Pero llegó su hermano Esau del campo, cansado, hambriento, y al ver las lentejas de su hermano Jacob llegó
a ofrecerle incluso su primogenitura a cambio de las lentejas. ¡Cómo estaría el hambre de Esau y las lentejas de Jacob! Este intercambio fue decisivo en la historia del pueblo judío. Gracias a José, vendido a unos mercaderes, llega a Egipto para ser el gran favorito del Faraón. Reconciliado con su familia, se van todos a vivir a Egipto (1550 a. C.), a una región especial del noroeste. Allí nacerá Moisés y liberará al pueblo judío de su esclavitud con los egipcios. Salidos por fin al desierto (1250 a.C.), dejan atrás la libertad perdida. Dios dará los 10 Mandamientos en el Sinaí al "más humilde de todos los hombres", Moisés, y les dará a los judíos la tierra de Canaán, la de sus ancestros (1220 a. C.).
Por eso las lentejas tienen una larga historia. Hoy las lentejas son la fama, el éxito y las ofertas de la lujuria. La libertad de cada persona es la herencia recibida para recorrer el camino que conduce al bien y la felicidad.
Se trata de conservar el patrimonio recibido con la filiación divina en el bautismo. Esta es la verdad que nos hace libres.
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