Cuando se acerca la muerte, y se piensa en el Purgatorio

La muerte se acerca de muchas maneras: en medio del dolor; en una cirugía, sin sentirla; en un golpe de tos por una flema; durante el sueño; en un accidente; abruptamente...Sí, son muchas las caras de la muerte, y por eso a veces no se la ve venir.

Pensar en los que han muerto puede ayudarnos a contemplar este momento. Ahora ellos se ven en un estado definitivo, excepto las almas de quienes van al Purgatorio, quienes esperan su suerte definitiva, pero saben que están a salvo.

Hoy es su día especial. Antes, la Iglesia solicitaba de los sacerdotes decir tres misas seguidas, pues conocía el valor de esta celebración y las necesidades de las almas del Purgatorio. Hay muchos ejemplos. Uno muy conocido es el de la joven amiga de la familia de Lucía en Fátima. Había fallecido recientemente, y la niña Lucía le preguntó a la Virgen María en una de sus apariciones, si se había salvado. Le respondió que sí, pero que pasaría por el Purgatorio hasta el final...del mundo. ¿Qué podía haber hecho esa jovencita en un pueblo perdido en el país de Portugal? No lo sabemos. Sin embargo sabemos del poder de nuestra intercesión por estas almas.

Nos lo muestra la aparición de un aspirante a fraile capuchino en una aparición al santo de Pietrelcina, aún en vida. Le dijo el joven sobre su condición en el Purgatorio. Estaba a la espera de que ofrecieran una Misa por su alma para ir al cielo. El padre Pío le preguntó la razón de su estancia en el Purgatorio y le respondió: La razón es que solía pasar delante del Sagrario sin realizar la genuflexión debidamente. 

Aquí vemos dos asuntos. Uno, no hay cosas pequeñas delante de Dios. Y segundo, el valor infinito de la Misa ofrecida por las almas del Purgatorio. Ello nos muestra cuánto podemos hacer desde aquí con nuestra oración por esas almas. 

Quizá por esa razón los sacerdotes ahora dicen sólo una Misa en el día de Difuntos, hoy. Su valor es infinito... y da para mucho.