¿Catástrofes? Sí, pero es mayor la que puede venir
Las hay de diversos tipos. En seguida pensamos sobre el terremoto en Turquía y Siria. En verdad, ha sido devastador, y no conoceremos las consecuencias hasta pasados los años.
Sin embargo hay otro tipo de catástrofes y ni siquiera reparamos en du presencia. Por supuesto, el acorto sería una de esas plagas consistente en liquidar la la vida de más de 65 millones de personas cada año. ¡65 millones! Nunca ha habido catástrofe similar, ni siquiera juntamos las víctimas de todas las guerras desde la creación del mundo, sumarían la cantidad de niños eliminados en un solo año. Incluso hay países "adelantados" dispuestos a firmar que los sin nacer ¡no tienen vida!
Pero hay otra plaga tan sangrienta como esta, sin derramamiento de sangre..., todavía. Se trata de una amenaza ya no tan soterrada de separación de la Iglesia católica alemana de su cabeza de Roma. Están confundiendo a millones de personas y lo seguirán haciendo mientras no cese esta barbarie doctrinal.
Esta corriente no cesará mientras se sigan aplicando paños calientes a la situación reinante a la iglesia alemana. La última vez, en sus cartas apostólicas poco antes de su fallecimiento, que se escuchó hablar del infierno de manera clara y contundente, fue San Juan Pablo II. Todas estas posturas doctrinales erróneas y las muertes de personas inocentes mediante el aborto, hacen reos del infierno a quienes perpetran tales crímenes doctrinales y humanos.
No se trata de juzgar ni de asustar a unos niños maleducados con cuentos de viejas, ya trasnochados. Se trata, llevados por el amor, de avisar de la mayor de las catástrofes después de la vida terrenal: la condenación eterna que es la mayor tragedia que le puede ocurrir a una persona creada para la felicidad, y, sin embargo, verse condenado a discurrir una eternidad con sufrimientos inimaginables.
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