"Todo lo que es, podría ser de otra manera" (Wittgenstein): ¿Seguro?
Cada día son más quienes pretenden salirse con la "suya", es decir, acabar pensando y haciendo lo que les parece, les viene en gana, o, simplemente, les gusta.
En este pensamiento de Wittgenstein, radica el quiebre de su filosofía.
Las cosas son lo que son. ¿Porqué podrían ser de otra manera? Sólo la mente de un aventurero de las cosas, del ser, puede proponer tal aserto.
En esa propuesta, "jugando" con el ser, como le gustaba a Wittgenstein, el filósofo austriaco, quizá pensando en sus años como profesor de kindergarten, anida el relativismo: todo lo que es, podría ser de otra manera. Es y no es. Por ejemplo, no resulta difícil concebir la proposición opuesta: Lo que es (por serlo), no podría ser de otra manera.
El fundamento no esta en lo dicho, según le parezca a cada quien. El papel aguanta todo lo que le escriban encima. El fundamento hay que buscarlo, en última instancia, en la realidad de lo real. Por supuesto, las ideas tienen un sustrato de realidad: el ser pensadas. Está bien. Pero, necesitan un "contraste" con algo más firme, donde el ser y la palabra sean la misma cosa.
Nosotros, al ir en busca de certezas que sean verdades, debemos mostrar que una propuesta, la que sea (de ahí la libertad de pensar) coincide con la cosa real (Como el fin de la libertad es la verdad, después de activar el "libre albedrío", perseguidor de opciones, ---la capacidad de elegir de cada uno---, la libertad "descansa" cuando, al concluir su recorrido, comprueba que la palabra dicha o el pensamiento encarnado en ella revela lo conocido, esto es, la realidad abstraída desde su nicho hasta llegar a la mente por medio de una operación intelectual).
El problema de Wittgenstein estriba en su amistad con un matemático, Bertrand Rusell, le ayudó a ver en las probabilidades estadísticas, la razón de un ser real. La conjetura estadística, la posibilidad de pensar algo como posibilidad, nada tiene que ver con el ser real. Con la excepción de que una de las ilimitadas posibilidades apuntadas coincidiera con aquello que es. Pero esto no sería virtud de la estadística.
Es como lanzar una red miles de veces y constatar que en uno de esos lanzamientos se ha pescado un pez. Sería absurdo pensar que el pez es gracias a uno de los lanzamientos de la red, y no pensar que la red elabora ese pez, real, que ya estaba ahí.
En fin, da vergüenza airear estos razonamientos en este medio, porque no es el lugar adecuado. Pero, como sin cesar ocurre, quienes no se miden en lo que dicen sin calibrar si tienen una pizca de razón, nos vemos obligados a contestar de alguna manera, sin mencionar las fuentes, debido a dos imperativos: el primero, porque la postura exhibida sin contemplaciones, es falsa; el segundo, por las consecuencias que tiene el seguir esa línea de pensamiento para la vida personal de muchos, pues les llevaría a la torpeza de creer que todo da lo mismo.
Y no, mis queridos amigos. Ni todo da lo mismo (porque hay cosas distintas), ni todo conduce al fin (que debe ser la verdad y el bien), que no es lo mismo que optar por el capricho conducente al desastre.
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