Las propuestas (VIEJAS) de los (NUEVOS) partidos
Me parece que el principal problema del cristianismo (catolicismo) hoy, estriba en hacer vida la verdad conocida. Y esto es así porque la cultura de nuestro tiempo se resiste a recorrer el camino que ayudaría a realizar tal transformación.
Nos referimos aquí a la verdad de Cristo, punto en el que congenian todas las demás verdades, puesto que él es el creador del universo, de donde emanan todas las leyes de la Física y las demás verdades parciales de la Filosofía y de las Ciencias naturales y exactas.
Por un lado, los "sabios" de la actualidad vuelan dentro de las jaulas limitadas que ellos mismos se han construido. Por otro lado, las propuestas "playeras" de la cultura han concluido sobre la defunción de la verdad para así vivir en el "relativismo".
El problema con este enfoque se encuentra en el hecho de que en el mismo momento donde se documenta la defunción de la verdad, se asfixia la libertad.
Nunca antes que ahora se ha escrito tanto y se ha debatido hasta la saciedad misma, el tema de la libertad. Sin embargo, no se la encuentra por ninguna parte.
Entonces, se recurre a formas y planteamientos aparentemente nuevos, para tratar de encontrar ahí lo que ya vamos perdiendo: la familia, el trabajo, la armonía social.
Se quiere la paz y el bienestar, pero se ha estrangulado de raíz la posibilidad de obtenerlas, aunque sea de forma precaria; y para conseguir los bienes dados al hombre desde el principio, se le "ordena" el camino concreto a seguir para que así, de este logro, resulte la felicidad.
Las propuestas políticas nuevas ---sólo en apariencia--- sobre todo en los países más avanzados, prometen jaulas "doradas", mayores, pero, como dice la canción, aunque sea dorada la jaula no deja de ser prisión.
Resulta increible que, el hombre, tras tantos años de historia, quiera escuchar ahora las promesas de "hacerse como Dios". Y le ocurre como a Ícaro, quien, al acercarse al sol, se le derriten sus alas de cera.
El drama de la libertad se vislumbra por las vías de la "razón y de la experiencia". El hombre descubre cómo dentro de sí, está la semilla que se rebela contra los verdaderos fines de la libertad, que son el amor a los demás y el bien de todos.
Al menos esta es la propuesta de Juan Pablo II, ahora santo, en su Encíclica Veritaris Splendor.
Nos referimos aquí a la verdad de Cristo, punto en el que congenian todas las demás verdades, puesto que él es el creador del universo, de donde emanan todas las leyes de la Física y las demás verdades parciales de la Filosofía y de las Ciencias naturales y exactas.
Por un lado, los "sabios" de la actualidad vuelan dentro de las jaulas limitadas que ellos mismos se han construido. Por otro lado, las propuestas "playeras" de la cultura han concluido sobre la defunción de la verdad para así vivir en el "relativismo".
El problema con este enfoque se encuentra en el hecho de que en el mismo momento donde se documenta la defunción de la verdad, se asfixia la libertad.
Nunca antes que ahora se ha escrito tanto y se ha debatido hasta la saciedad misma, el tema de la libertad. Sin embargo, no se la encuentra por ninguna parte.
Entonces, se recurre a formas y planteamientos aparentemente nuevos, para tratar de encontrar ahí lo que ya vamos perdiendo: la familia, el trabajo, la armonía social.
Se quiere la paz y el bienestar, pero se ha estrangulado de raíz la posibilidad de obtenerlas, aunque sea de forma precaria; y para conseguir los bienes dados al hombre desde el principio, se le "ordena" el camino concreto a seguir para que así, de este logro, resulte la felicidad.
Las propuestas políticas nuevas ---sólo en apariencia--- sobre todo en los países más avanzados, prometen jaulas "doradas", mayores, pero, como dice la canción, aunque sea dorada la jaula no deja de ser prisión.
Resulta increible que, el hombre, tras tantos años de historia, quiera escuchar ahora las promesas de "hacerse como Dios". Y le ocurre como a Ícaro, quien, al acercarse al sol, se le derriten sus alas de cera.
El drama de la libertad se vislumbra por las vías de la "razón y de la experiencia". El hombre descubre cómo dentro de sí, está la semilla que se rebela contra los verdaderos fines de la libertad, que son el amor a los demás y el bien de todos.
Al menos esta es la propuesta de Juan Pablo II, ahora santo, en su Encíclica Veritaris Splendor.
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