Europa tiene miedo
Sí, Europa tiene miedo.
Se ve tras los atentados de París, el miedo de Europa. Millones de personas piden protección.
Nadie pide una mejor redistribución de los recursos económicos, que quizá
se halle en la raíz de muchas calamidades y guerras.
Ahora comienza el temblor de los europeos porque Grecia ha elegido a un líder radical de la izquierda para gobernar el país. Un niño al que no le parece bien pagar las deudas contraídas por la caprichosa manera de conducirse los socialistas de Papandreu, padre e hijo, durante décadas, que confundieron el desarrollo con el consumismo, a costa de lo que fuera.
La corrupción, desde 1974, ha sido una constante en Grecia, cuyos líderes han vivido del clientelismo y el autoritarismo, de espaldas a los procesos europeos.
Como es natural, a la hora de poner orden en un sistema así, las cargas caen principalmente entre los más pobres, entre quienes más han sufrido. Y son los que ahora votan por el que creen que, sin pagar las deudas contraídas, vendrá la solución a los descendientes de esos grandes pensadores, Homero, Platón, Sócrates y Aristóteles.
Seguramente han dejado de leer a estos autores, y ahora no encuentran el camino de la tradición, que, sin duda, pasa por la virtud.
Se ve tras los atentados de París, el miedo de Europa. Millones de personas piden protección.
Nadie pide una mejor redistribución de los recursos económicos, que quizá
se halle en la raíz de muchas calamidades y guerras.
Ahora comienza el temblor de los europeos porque Grecia ha elegido a un líder radical de la izquierda para gobernar el país. Un niño al que no le parece bien pagar las deudas contraídas por la caprichosa manera de conducirse los socialistas de Papandreu, padre e hijo, durante décadas, que confundieron el desarrollo con el consumismo, a costa de lo que fuera.
La corrupción, desde 1974, ha sido una constante en Grecia, cuyos líderes han vivido del clientelismo y el autoritarismo, de espaldas a los procesos europeos.
Como es natural, a la hora de poner orden en un sistema así, las cargas caen principalmente entre los más pobres, entre quienes más han sufrido. Y son los que ahora votan por el que creen que, sin pagar las deudas contraídas, vendrá la solución a los descendientes de esos grandes pensadores, Homero, Platón, Sócrates y Aristóteles.
Seguramente han dejado de leer a estos autores, y ahora no encuentran el camino de la tradición, que, sin duda, pasa por la virtud.
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