El amor de la Navidad
La Navidad. Todos vamos a desaparecer unos días de entre la comunicación pública, para dedicarnos a los demás: la familia, los amigos y, sobre todo, las cosas de Dios, que se fía de nosotros y nos manda a su Hijo; ni más ni menos.
No sé cuántos estaríamos dispuestos a enviar a nuestro hijo, recién nacido, a la casa de otros. Esta disposición traba todas arrugas del corazón que no se atreve a querer.
Es el amor que pasa, justo al llegar la plenitud de los tiempos.
Lo que sí estamos seguros de que la familia con la que nuestro hijo va a vivir durante unos años, sea plenamente receptiva. Que sepa calar lo que implica este desprendimiento tan íntimo, tan elocuente.
En fin, cada quien puede desfilar en sus consideraciones personales para ir calando, en el curso de estas fiestas navideñas, lo que realmente estamos celebrando.
A todos los que pasen por estas líneas, un fuerte abrazo navideño.
No sé cuántos estaríamos dispuestos a enviar a nuestro hijo, recién nacido, a la casa de otros. Esta disposición traba todas arrugas del corazón que no se atreve a querer.
Es el amor que pasa, justo al llegar la plenitud de los tiempos.
Lo que sí estamos seguros de que la familia con la que nuestro hijo va a vivir durante unos años, sea plenamente receptiva. Que sepa calar lo que implica este desprendimiento tan íntimo, tan elocuente.
En fin, cada quien puede desfilar en sus consideraciones personales para ir calando, en el curso de estas fiestas navideñas, lo que realmente estamos celebrando.
A todos los que pasen por estas líneas, un fuerte abrazo navideño.
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