Desorden mundial: desabasto de niños, de mercancías, de transporte
¿Qué más nos falta? Hace unos años, a la firma estadounidense Procter and Gamble se le ocurrió colaborar en un programa de control natal en la isla de Puerto Rico para frenar la elevada tasa reproductiva entre las mujeres más pobres. La elevada tasa de natalidad y la pobreza no se podían tolerar y, la heredera de la firma de fabricar jabones, Clarence Gamble, se abocó a la producción de anticonceptivos, una pauta iniciada por la socialista radical Margaret Sanger (1883-1996) con la ayuda del biólogo Gregory Pinkus.
El éxito de esta práctica entre las mujeres portorriqueñas se extendió en los tiempos de Kissinger (años sesenta) a otras naciones (México, Brasil, Nigeria) como una forma de controlar el amenazante crecimiento de la población sin tener que usar las armas.
Al llegar a este punto, las mujeres de los países más adelantados económicamente se dijeron por qué ellas no podían usar la píldoras anticonceptivas y disfrutar tranquilamente del sexo controlando la natalidad. Dicho y hecho. La propuesta inicial de esta forma de pensar en contra de la vida, nace en la Conferencia Internacional Lambeth de iglesias anglicanas de 1930. Luego la práctica se extendería por el mundo entero.
Ahora, hay un declive de la tasa natal en todo el mundo. Nos faltan niños. Al contrario de la propuesta de Malthus, es la falta de bocas lo que nos priva de alimento. Se frena la producción de mercancías y el transporte de las mismas se detiene porque no hay brazos suficientes para llevarlas de una parte a otra.
Parece ser que4 el hombre va encaminándose hacia su propia destrucción. Quizá se nos haya olvidado el único encargo recibido por quien hizo el universo entero preparado para el hombre: "Creced y multiplicaos y llenad la tierra".
Por si se tuviera alguna duda sobre este mandato, nos dirá más adelante: "Yo estaré con vosotros hasta el fin". No tengáis miedo.
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