Puede parecer que todo se viene abajo, pero, ¿es realmente así?
Hay indicadores de inseguridad en todo el mundo: la pandemia --algo nunca visto--;el curso de los acontecimientos políticos y sociales de Estados Unidos en el momento de traspaso de los poderes presidenciales; la ola de frío y nieve en Europa --España incluida--; la inseguridad de los gobernantes a la hora de tomar decisiones encaminadas al bien común; y se aplauden en todo el mundo, por ejemplo, la aprobación del aborto y la eutanasia incluso bajo el auspicio de gobernantes católicos, mientras el reino de las drogas se expande sin cesar, exportadas desde los países menos latinoamericanos (Colombia y Centroamérica junto con México) a los países más adelantados (Estados Unidos y Europa) económicamente hablando; y la ola de crímenes asociados con este trasiego de personas y sustancias prohibidas. Súmense a estos datos el desempleo, la destrucción de las familias (hay más divorcios que casamientos), y, ante esta debilidad social, el Estado pretende manejar el timón de los sistemas educativos ante la falta de energía de los padres para reclamar lo que les pertenece: la educación de sus hijos.
Pero, tengo para mí, como la más conspicua de todas las alarmas, la imposibilidad actual, de asistir a la Santa Misa y recibir los Santos Sacramentos, incluso al momento de la muerte. En solitario, abandonados en los hospitales y centros de salud, lejos de sus familiares, los contagiados de covid mueren sin recibir el alivio de los últimos sacramentos.
Pues sí eso es muy cierto, buenos días
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