Érase una vez... Así comenzaban los cuentos cuando se solían contar
Ya no se cuentan cuentos, como antaño. Padres muy ocupados o analfabetos (en términos de sabiduría cuentista). Los niños se van a la cama porque los padres los llevan cuando ya se han dormido en frente de la televisión. Ahí es donde los niños se "entretienen" durante horas y horas. Pero esos otros cuentos, inventados por papá, sobre dinosaurios, por ejemplo, repetidos una y otra vez, siempre los mismos, le permiten al niño adivinar ya lo que va a venir en el relato, y, en vez de aburrirse, pide ahora, cada noche, hecho un ovillo en el regazo paterno, oír de nuevo la misma historia que, si bien archisabida, no le cansa. El niño entendía de sobra lo que iba a ocurrir. Como si el entender fuera el regalo al haber creído (como de hecho ocurre en realidad). Primero se requiere creer ; tener fe ; luego se entiende lo creído, como nos recuerda Isaías. Por eso, quienes viven el apego a los media, al crecer, llegan a creer, firmemente, que la felicidad cons...