El hombre es... ¡semejanza de Dios!
---Oye, fíjate en Pedro. Para él no pasa el tiempo. Está siempre igual. Cuantas veces no hemos oído este comentario, sin reparar en la sencilla y grandiosa verdad encerrada en esas palabras. Con esta expresión se está diciendo sin querer, de la grandeza de Dios: para él no pasa el tiempo, está siempre igual. Y es que se nos escapa la idea de nuestra semejanza divina. Estamos hechos a imagen de Dios. Cuando vamos por la calle de cualquier ciudad, quizá nos cueste trabajo al mirar a los transeúntes, adivinar la grandeza de su persona y su misión. Pero también nos llevaría arduo trabajo entrar en un convento de clausura, y, al ver a los frailes desfilar por los claustros, caer rendidos porque su efigie y movimientos nos recuerdan a lo divino. Pues no, resulta difícil imaginarse a Dios como un fraile, yendo de una parte a otra con la cabeza baja cubierta con la capucha de su hábito. Asimismo, la agresividad de la calle, especialmente en las grandes urbes, l...