El diablo anda suelto, y la verdad y el bien parecen no ser tales
Sî, sin duda alguna. El diablo anda suelto, y así andará hasta el final de los tiempos. No hace falta recurrir a hechos extraordinarios, que no faltan, para afirmarlo. El poder de su presencialidad va más allá de lo imaginable. Esta presencia del mal, sin embargo, nos remite al bien. Veamos. El don de la libertad concedido al hombre, consiste en la capacidad de elegir. Interiormente, en conciencia, se ve la contribución potencial de un acto humano al bien. Pero, y entiéndase bien, esta visión se aclara en mucho, cuando junto al bien se delinea su carencia, ese faltante cuya presencia afea y deforma la realidad. Los ejemplos sobre este particular, no faltan. La primera pareja humana, Adán y Eva, al consentir en la oferta satánica de comer del fruto prohibido, nos cuenta la Escritura, que "se sintieron desnudos". Esta consecuencia vino después del pecado. Pero, ¿qué ocurrió con su libertad interior, antes de consentir en la propuesta satánica?...