Hablar claro, sobre todo en lo trascendente
Hablar claro. Aunque sea para dar los "buenos días". Los amigos de la "delicadeza extrema" suelen echar en cara en ciertos ambientes o países el hablar claro. Desde luego, no te falta razón --dicen--, pero lo dices quizá con exceso de claridad. Claridoso, se le suele llamar a ese "decir sin reparos", en las regiones de América Central. Esta corriente se ha ido extendiendo hasta llegar a los púlpitos, ya en decadencia, o, mejor dicho, a las homilías diarias y dominicales. Peor todavía, los padres de familia ya no suelen reprochar a sus hijos aquellas conductas impropias, no vaya a ser que la criatura se espante y, siguiendo la escuela freudiana, se acabe frustrando y sea un apocado, bueno para nada. Es decir, se ha estado imponiendo el paradigma de guardar silencio sobre lo esencial . Por ejemplo, en la asistencia a las misas dominicales hay de todo, menos jóvenes. Pero ahí están sus padres, sus abuelos, sus parientes cercanos. No se alude jamás a ...