Desde Filadelfia: misericordia o justicia
El Papa habla, los "media" interpretan, la gente se emociona. Filadelfia, un hervidero de gentes. ¿Un millón? ¿Dos? Las calles, parques y avenidas del centro de Filadelfia, cerradas a todo tipo de transporte, facilitan el desplazamiento de personas venidas de todos los rincones del mundo. El alcalde de la ciudad, educado en instituciones católicas, se ha impuesto a todas las presiones políticas y ciudadanas para lograr esta hazaña. Las principales cadenas de televisión del país, sin que importe su ideología, cubren cada minuto de las actividades de Francisco, que las alargan después con sus análisis y comentarios. El público se emociona con cada paso del Papa, de manera especial cuando el papamóvil se detiene y llama a una familia para besar un niño o bendecir algún discpacitado. Los bebés pasan de mano en mano, en alto, antes de llegar a los brazos del Papa, sin que los padres piensen otra cosa que, entre miles, su hijo ha tenido la suerte de besar o ser besado...